Thursday, December 07, 2006

Extradiciòn de AF




Por Miguel Ángel Hernández

Camarógrafos y reporteros gráficos no paran de enfocar, a varios metros de distancia, a su objetivo: Alberto Kenya Fujimori Fujimori. Fue un 7 de Noviembre del 2005. Desde esta fecha, es decir, hace más de un año, vive cómodamente sin trabajar, en Santiago de Chile. Y después de haber estado seis meses detenido en la Escuela de Gendarmería de la capital chilena, el extraditable (japonés para evadir la justicia peruana y bien peruano para sus seguidores) goza de libertad provisional con orden de arraigo. El pasado 6 de Noviembre el juez Orlando Álvarez cerró la investigación, luego de recibir las declaraciones de seis agentes del grupo paramilitar Colina y una copia del Informe Kroll. Con todo esto, a fin de año o en enero del 2007 daría su veredicto.

Según los especialistas, puede darse cualquiera de las tres siguientes posibilidades. Primera, que sea extraditado por los 10 casos de corrupción y dos de violaciones a los derechos humanos, llegue al Perú, sea procesado y encarcelado. Segunda, que se le extradite por un delito menor, es decir, que no sea por los crímenes de Barrios Altos, La Cantuta y las torturas en los sótanos del SIE, sino por el caso de desviación de fondos, allanamiento a la casa de Montesinos con un falso fiscal y el pago de US$ 15 millones del Tesoro Público a su ex asesor por concepto de CTS. Esta segunda posibilidad es la que le conviene a Fujimori y sería lo peor para el actual gobierno. Sólo se le juzgaría por lo que fuera extraditado y una vez en la cárcel dorada de San Jorge, reaparecería como líder de la oposición y sus partidarios lo erigirían como una especie de mártir de la democracia, olvidando todas las barbaridades que cometió al lado de su socio.

Tercera, que no sea extraditado por ningún delito. Esto es lo peor para él y lo mejor para el Estado Peruano. Si él ganara la extradición significa que el Estado chileno rechaza su entrega al Perú, porque no se cumplen los requisitos para proceder, porque el caso está politizado o por otras jugadas que junto a sus abogados ya habrá cavilado. El fallo a su favor le estaría dando inmunidad en Chile, pero si cruzara la frontera para ir a otro país, sería inmediatamente arrestado por la Interpol y sometido a un nuevo proceso de extradición, pues la orden de captura no está revocada sino suspendida por encontrarse en libertad provisional en Chile. Si opta por quedarse los grupos pro derechos humanos no lo dejarían tranquilo, además es imposible que la mayoría de chilenos soporte a un político de la calaña del Chino. Tampoco podría refugiarse en la embajada de Japón, porque si ha ganado la extradición, no necesita pedir asilo. Y si fuera a Tokio, caería pronto, con los años que tiene, en un estado de decadencia absoluta y ese sería el fin político definitivo de quien llegó al poder ofreciendo honradez, tecnología y trabajo, legándonos lo contrario.

Sea cual fuere el veredicto del juez Álvarez, podrá ser apelado ante la Segunda Sala de la Corte Suprema de Chile, que tendrá la palabra definitiva en este caso, a nivel judicial. Una vez emitido su fallo, será el Ejecutivo chileno el que evalúe la conveniencia o no de la extradición. La defensa del Estado peruano confía en que, en las próximas semanas, el ex presidente más corrupto de la historia peruana, llegará esposado, en un avión policial a Lima, para declarar ante los tribunales por todos los cargos que se le imputan. Las contundes pruebas están detalladas en los cuadernillos que se presentaron a la justicia de Chile. Bien hizo el Estado en no caer en el juego de César Nakasaki, abogado del extraditable, quien considera el proceso como político, habiéndolo dilatado en todo lo que se pudo.

En Santiago la vida del prófugo es demasiado acomodada. Si le preguntan sobre los abusos de derechos humanos y corrupción, es seguro que se encoja de hombros, esboce su ya conocida sonrisa de comercial de dentífrico y diga: “no tenía la menor idea de lo que pasaba”. Por su parte, Nakasaki cree firmemente que la extradición no pasará porque hará valer la inmunidad que le corresponde, a su cliente, como ex jefe de estado “democráticamente” electo, principio que existe en el derecho chileno. Si ocurriera lo contrario cabe la posibilidad de que Fujimori huya, aunque lo desmientan, por eso es necesario que la defensa peruana pida su detención preventiva en el momento oportuno. La presunción como la culpabilidad en los delitos de corrupción y lesa humanidad, están fundadas y demostradas no sólo con pruebas, sino que en más de una ocasión Fujimori infringió la ley, sabiéndolo. Si bien él no construyó un estado genocida, en su gobierno se vivió un totalitarismo repugnante, fruto del autogolpe de Estado del 5 de Abril de 1992, que le hizo un gran daño al Perú. El Chino conocía la existencia del grupo Colina; ahí tenía un lugar jerárquico. Él hace rato que es socio honorario del club de los dictadores junto con Castro, Trujillo, Pinochet, Suharto, Ferdinand Marcos, Franco, Ceaucescu, Hitler, Mussolini, Duvalier, Porfirio Díaz, Anastasio Somoza, entre otros. Recordemos que “detrás de todo gran dictador hay un gran asesino”, ellos lo fueron.